Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios,
llamándonos para que nos volvamos a Él,
y para hacernos reconocer que no somos nosotros
los que controlamos nuestras vidas,
sino que es Dios quien tiene el control,
y podemos confiar plenamente en Él.
Teresa de Calcuta, religiosa turca (1910-1997)